Elección del lugar
Pasamos horas proponiendo los lugares más exóticos, revisando guías, mirando fotos. Cuando los posibles destinos abarcaban ya al mundo entero, decidimos crear reglas de selección:
Rápidamente el mundo se redujo a dos propuestas: Zimbabwe, Botswana y Namibia por un lado, a propuesta de Romà, y Vietnam por otro lado, a propuesta mía. Después de otra larga discusión, esta vez sin reglas posibles, me convencí de lo siguiente: África sonaba más peligroso, ideal para hacer con amigos, en cambio Vietnam me daba la sensación de ser una región más tranquila, a donde podría ir en un futuro solo o con pareja (idea que descubrí errónea). De esa manera quedó acordado el destino.
El equipo
Con Romà (mi amigo català) veníamos planificando vacaciones juntos desde el intento fallido del año pasado. Por eso, cuando a principios de año Martin (alemán, con quien nos hicimos amigos mientras daba clases en el colegio alemán de Montevideo) me propuso irnos juntos en el verano a México, le conté que estaba haciendo planes con Romà. Una vez nos decidimos, ni Romà tuvo problemas de que nos acompañara Martin (a quien ya conocía) ni Martin tuvo inconvenientes de cambiar el destino por África.
El número tres de integrantes nos permitía reducir costos en el alquiler de un auto. Además, si uno de los tres se pone tonto, los otros dos lo llaman rápidamente al orden, mientras que siendo dos, no deja de ser la palabra de uno contra la del otro. Con Martin estuvimos todo el tiempo en contacto vía email y teléfono, y nos encontramos recién en Johannesburg, la mañana que dio comienzo el viaje.
El recorrido
Originalmente era de Harare, capital de Zimbabwe, hasta Windhoek, capital de Namibia. Con el ingreso de Martin, alquilar un auto se convirtió en algo posible (el transporte público en la región es casi inexistente, al punto que las carreteras están atestadas de gente haciendo dedo). Él se encargó de ello, y consiguió uno en Johannesburg, Sudáfrica, a buen precio. El recorrido sería circular, lo que aumentaría los kilómetros, pero eliminaríamos el plus por entregar el auto en otro país. Sin embargo, no podíamos cruzar Zimbabwe, pues la compañía nos exigía un seguro mucho más caro.
El esquema general había quedado fijado: desde Johannesburg al norte por Botswana, pasando por su capital, Gaborone, hasta las cataratas victoria y el parque Chobe; delta de Okawango; parque Etosha en Namibia; la costa de Namibia y sus ciudades Swakopmund y Walvis Bay; su capital, Windhoek, el cañón del río Fisher, y regreso por el norte de Sudáfrica.
Las fechas
Romà tenía solo tres semanas de vacaciones, lo más cerca de agosto posible. Las clases en Alemania, donde Martin es profesor de secundaria, empiezan temprano en agosto. La intersección de los conjuntos fue fácil: del 16 de julio, al 6 de agosto.
Botswana
Botswana, significa en setswana, tierra de los swanas, pueblo que, evidentemente, habla setswana. Tiene 1,5 millones de habitantes y hasta 1967 ninguna riqueza conocida. Por eso los imperialistas europeos demoraron en llegar, y cuando los ingleses al final se decidieron por quedársela, lo hicieron con tan pocas ganas, que casi no dejaron huellas; así es que la población blanca es muy reducida. La independencia llegó de la mano de un lió de alcoba, y de la intransigencia racista de los puristas ingleses: el rey Swana se casó con una inglesa (blanca, por si era necesario aclarar), lo cual no le gustó a los ingleses que decidieron echarlo del país, lo cual no le gustó a los Swana, que decidieron armar jaleo. Al final los ingleses decidieron irse y dejar la fiesta en paz. Un año después se descubrieron diamantes en la zona, lo que le permitió al país llegar a tener un PBI per cápita de unos 2.500 dólares, nada mal para la región. Además, es un país que apunta al turismo caro, tratando de hacer que los turistas paguen por los pecados de sus antepasados.
Las ciudades de Botswana
Las ciudades no dejan de ser grandes aldeas, al estilo tradicional: casas cilíndricas de barro, con el techo de paja, solo que en una ciudad, en vez de haber unas decenas de ellas como en un pueblito, hay cientos. En lo demás, todo igual: no hay calles, ni veredas, ni saneamiento ni nada. La carretera pasa por el medio, y es la única calle asfaltada, al rededor de la cual se ven algunas construcciones de cemento, como bancos, tiendas y hoteles. Gaborone, con 150 mil habitantes, la más grande por lejos, tiene algunas pocas manzanas en su centro que hacen recordar a una ciudad occidental, pero para mí se les está yendo la mano: se han decido a construir los edificios públicos o de las principales empresas con un diseño vanguardista, lo cual le da un toque subrealista si uno la mira de lejos, teniendo en primer plano las casas tradicionales.
Los animales
fueron una constante desde el primer día. Te los encontrabas los más campantes al costado de la carretera, lo que te obligaba a bajar la velocidad, y a no poder conducir de noche, por miedo a no verlos y terminar escrachado, y para colmo, si sobrevivís, seguramente preso por matar a un animal que está protegido. La mayoría están en las reservas, pero igual encontramos algunos en lugares bastante alejados de las mismas, sobretodo monos y diferente clases de antílopes. Al principio parábamos cada vez que veíamos uno, para sacarle chiquisientas fotos. Al final ya no nos importaba si les pasábamos por encima, mientras no salpicaran mucho.
Hay cinco grandes herbívoros: el elefante, de 4 a 6 toneladas; la jirafa, 3 tn; el rino, 2 tn; el hipo, 1 tn; y el Búfalo, 700 kg. Tres grandes felinos: el león, el leopardo y el guepardo (cheeta en inglés); estos son mucho más difíciles de ver, por su tamaño reducido (en comparación con las otras bestias) y su pelaje camuflado (si alguien se preguntó porque son medio amarillos con manchas negras, solo hace falta ver el color del pasto de la sabana).
Towana
Es el nombre en swana del árbol popularmente conocido por bao, bab (esta última denominación no se en que idioma está). Cuando vi el primero, iba conduciendo yo, y clavé inmediatamente los frenos, lo cual, siendo nuestra velocidad crucero en carretera de 140 km/h, despertó a mis amigos sobresaltados, preguntando, "¿que animal es?", para exclamar un "ah, un simple árbol". En el transcurso del viaje vimos decenas, casi todos en Botswana. Entramos en uno (da la impresión de que el tronco es hueco en todos), subimos en otro, sacamos fotos a varios. Me sentía transportado al cuento del principito.
Cuenta la leyenda que dios le dio una semilla de un árbol a cada animal, pero se resistía en darle una a la hiena, por su mal carácter. Al final, le dio la del bao bab, pero la hiena la plantó al revés, creciendo con las raíces hacia el cielo.
Mosi o tunya
Para ir a las cataratas hay que entrar en Zimbabwe (espero que la empresa que nos alquiló el auto nunca se entere). Están en la frontera con Zambia, y a 100 kilómetros de Botswana. Lo primero que uno percibe es que parece raro ver una nube en el horizonte, después de haber estado días sin ver ninguna (es que eso de que el invierno en esos lados es la estación seca, se lo toman muy en serio). Al acercarnos más se empieza a escuchar un rugido constante. Y eso es lo que significa "Mosi o tunya": el humo que truena, la forma local en que le llaman a las cataratas. Tuvo que ir un imbécil británico, Livingstone, sin ningún sentido poético, quien prefirió dedicárselas a su reina, y las renombró Victoria, forma con que se las conoce mundialmente (al tipo se lo perdona únicamente por haber dedicado su vida a luchar contra la esclavitud).
Sencillamente, impresionantes. Y eso que en verano, durante la época de lluvias, el caudal aumenta 10 veces! Lo que debe ser eso.
Mercado de artesanías
Si van por las cataratas, no dejen de cruzar al lado de Zambia. Se encontrarán allí un mercado de artesanías donde el regateo es el deporte. No te dejan comprar si no les peleás el precio. Pero tal es la manía de esa gente por el regateo, que te piden si no tenés una lapicera que les puedas dar como parte del pago, para poder ellos mismos regatearte el valor de la misma. Tarde descubrí que era también una artimaña para que una vez que se la mostraras y caía en sus manos, no te pudieras cambiar de vendedor (son decenas de puestitos), pues era más fácil pelearles un buen precio por sus artesanías, que pelearte con el para que te devolviera la lapicera si no querías comprarle nada.
Bungee jumping
Five, four, three, two, one, bungee! Instante después me encontré flotando, a 110 metros de altura sobre el río Zambesi, de espaldas a las cataratas, atado al puente internacional por un gastado elástico. Veía un inmenso vacío adelante mío, sentí algo muy extraño, me pareció la muerte. Seguí flotando, girando, quedando cada vez más cabeza abajo, hasta que sentí un tirón desde mis pies, donde tenía atado el bungee. Después, un largo periplo oscilando cual resorte hasta que me subieron. Guau! Reguau. Lo peor es el momento del salto, ese instante que tenés que decidirte a la locura, de separar tus pies del puente, ese lindo suelo donde nacimos, y con el cual estamos unidos hasta la muerte, la cual se te aparece en forma de sensación extraña en el momento de estar volando hacia el vacío. Luego pensé que debe ser lo mismo que sienten los astronautas en un simulador de gravedad cero, el cual no es otra cosa que un avión que cae en picada.
90 dólares dos saltos. Valió la pena. En Sudáfrica hay uno de 240 metros: quién se anima a acompañarme? (Ni Martin ni Romà se animaron en saltar siquiera en este pequeñito, :)
El Chobe
Es la reserva animal más grande de Botswana, y la reserva de elefantes más grande del mundo: unos 35 mil. Al punto que cuando estábamos llegando al campamento, cruzando el parque por una de sus dos carreteras asfaltadas, tuvimos que frenar en seco, para dejar pasar a unos pobres elefantes que se les había ocurrido ir a comer en la vereda de enfrente.
El parque tiene tres campamentos, aislados del exterior por una valla electrificada. Nosotros pasamos la noche en el de Kasane, sobre el río Zambesi. Tiene un precioso barcito con una explanada de madera, sobre troncos, a la orilla del río. En la puerta de entrada al mismo hay un cartel que te aclara que tengas cuidado con los cocodrilos (luego nos enteramos que el año pasado se habían comido a un turista). De noche nos despertaban los gritos de los hipopótamos, que según nos contaron, es el animal más peligroso de África.
Desgraciadamente, para cruzar el parque en dirección al delta de Okawango, es necesario un 4x4, lo que no teníamos, pues nos hubiera salido más del doble. Ello nos obligó a hacer un rodeo, cruzando a Namibia por la franja de Caprivi, para luego bajar nuevamente en Botswana, al otro lado del delta, hasta Maun, la ciudad desde donde salen todos los tours por el delta.
Franja de Caprivi
Hay países con formas raras, pero lo de Namibia es algo único. Un país con forma casi rectangular, le sobresale una fina lengua de tierra de 400 km de largo y unos 30 de ancho (en su parte más estrecha), que corre horizontal por el norte de Botswana y el sur de Angola. Cruzarla fue toda una odisea al estar en la frontera con Angola, ese país donde todavía no se enteraron que se terminó la guerra fría y siguen con su eterna guerra interna entre buenos (el gobierno otrora apoyado por el ejército cubano) y malos (la UNITA, otrora apoyados por los racistas sudafricanos). Parece que a los chicos de UNITA les quedó el gustito de refugiarse en Namibia, de la época en que este país era administrado por Sudáfrica, y parece que es común encontrárselos de paseo por la franja, donde toman rehenes y colocan minas en las carreteras, para llamar la atención. Así que el gobierno de Namibia decidió militarizar la zona, y solo se la puede cruzar con escolta. Dos veces por día, permiten cruzar la franja a la cola de vehículos que se han ido acumulando, escoltados por varias camionetas cargadas de militares con ametralladoras apuntando en dirección a Angola.
Para complicar la cosa, nos enteramos que existe un movimiento independentista de la franja de Caprivi. Lo que no sabemos es que quieren hacer estos muchachos una vez que se independicen, con un país tan pequeño.
La central eléctrica
En Maun nos alojamos en el único camping gratis que encontramos, en la parte de atrás de lo que iba a ser la central eléctrica de la zona, hasta que el encargado de la construirla se fugó con todo el dinero, dejando simplemente los cimientos, algunas paredes, y vigas de 5 metros de altura (las cuales se ven a lo lejos, pues no existe ninguna construcción de dos pisos en toda la ciudad), como símbolo de la corrupción (algunos creen que África es el paradigma de la corrupción, pero sobran ejemplos de que en todos lados se cuecen habas). Ahora está convertida en centro cultural, con un lindo pub, cine, y un camping libre. La estética es postmoderna, con esculturas en metal y murales en las paredes, plasmando una fusión alucinante entre la cultura africana y las vanguardias occidentales de fin de siglo.
El delta del Okawango
El Okawango es un río muy caudaloso, que nace en Angola, y se ramifica en forma de delta en el norte de Botswana, para desaparecer casi misteriosamente tragado por la tierra. Si uno sigue avanzando en la dirección del río, de norte a sur, se encuentra con el desierto del Kalahari, lo cual suena a una gran broma de la naturaleza.
Para adentrarnos en el mismo, era necesario un 4x4. Cansados de no poder ver nada, nos decidimos a contratar una excursión, que nos terminó costando prácticamente lo mismo que la diferencia entre nuestro 2x4 y un 4x4, lo que nos hubiera permitido hacer el paseo por nuestra cuenta, sin excursiones organizadas, lo cual era el espíritu de nuestro viaje; aún así, la excursión valió la pena. La misma consistió en un viaje en avioneta sobrevolando el delta, hasta un pueblito en el corazón del mismo. Ahí salimos en mokoros, canoas hechas con el tronco de un árbol ahuecado, pero que en la actualidad se las encuentra en su versión de plástico, para no deforestar la zona. Son conducidas al estilo veneciano, por "poleros" que las empujaban y dirigían con unos palos bien largos, algo que descubrimos que no era nada fácil, cuando intentamos guiar nosotros por diversión. Las canoas avanzaban por canales entre los juncos de caña y papiro, y nosotros ahí acostados, tomando el sol, sintiéndonos igual que aquellos exploradores europeos del siglo pasado, que iban a descubrir las riquezas del lugar para intentar apoderarse de ellas, solo que ahora éramos nosotros los que dejábamos el dinero.
A la caza del hipo
Aunque no lo crean, el hipopótamo es el animal más peligroso para el hombre de toda África, ostentando el récord de haber matado a más seres humanos. Y eso que es vegetariano! Así que no los come, los mastica nada más, y después los escupe como a un chicle. Es que parece que la gordura lo tiene de mal humor. Cuenta la leyenda, que cuando se estaban repartiendo las características de cada animal, el hipo quería vivir en el agua, pero los dioses no querían, decían que con su glotonería se iba a comer todos los peces. Pero tanto jodió el bicho, que los dioses aceptaron a cambio de que solo pudiera salir por las noches a comer, y pasando el día en el agua, abriendo de tanto en tanto la boca para que ellos pudieran comprobar que nos se estaba comiendo ningún pescado.
Verlo es muy difícil. Lo escuchamos en las noches del Chobe, pero a la mañana siguiente ni rastros. En la franja de Caprivi dormimos en unas cabañas en el borde de la reserva, y a la mañana siguiente nos llevaron a buscar hipos: vimos todo tipo de huellas, pero nada. En el delta, nuestros poleros nos llevaron en su búsqueda, pero cada vez que se lo escuchaba cerca, los tipos disminuían la marcha, y cuando llegábamos al claro donde se los había escuchado, nada. Durante esas horas se fue construyendo la leyenda del hipo, pero la misma tomó forma cuando adelante nuestro, a unos 20 metros vimos unos ojos sobresaliendo del agua, luego otra cabeza emergió, y luego otra: contamos hasta 6, aunque según los poleros eran como 12, otro dato más para la leyenda. Este bicho puede aguantar como 5 minutos sin salir a respirar, y camina por el fondo del río con una facilidad, que una vez se sumerge, puede desaparecer sin que te des cuenta pa’ donde se fue.
Los racistas
Cerca nuestro instalaron su carpa un par de sudafricanos, con su respectivo polero. En la noche fuimos a hacer sociabilidad, y poco a poco empezó a salir el tema que queríamos escuchar: el racismo. Es impresionante escucharles defender el sistema de segregación: "solo queremos poder gobernarnos a nosotros mismos", lo que implica que a pesar de vivir en el mismo país ellos quieren un gobierno diferente para negros que para blancos. Es claro que si los negros tienen mucho menos dinero es porque son unos vagos que no saben trabajar, ni gobernarse "sino miren ahora lo que están haciendo con el país, corrupción y delincuencia; ya no queda lugar para nosotros, tenemos que emigrar a otra parte del planeta, donde haya buenos gobiernos". Según ellos no tienen ningún problema con los negros, mientras no sean ellos los que los gobiernen. O sea, a pesar de ser minoría, se tiene que hacer lo que yo quiera. Me quedó claro que no son muy diferentes a todos aquellos que se creen dueños de la verdad e intentan imponérsela a los demás.
Namibia
Después del delta, ahora sí Namibia. Este país es casi un gran desierto, y su millón y medio de habitantes se acumula principalmente cerca de la frontera con Angola, donde la lluvia existe. Su nombre proviene del desierto de Namib, para que se hagan una idea de cómo es la región. Y por ser desierto cerrado, es que nadie quiso entrarle, hasta que los alemanes, que llegaron tarde al reparto del mundo, tuvieron que contentarse con el. Les duró poco la cosa, pues al comenzar la primera guerra mundial los ingleses entraron por Sudáfrica y se la sacaron. El que Namibia cayera en sus manos, no fue mejor para la población, que sufrieron como negros a manos de los racistas de los Boers. Guerra de guerrillas de por medio, lograron la independencia en 1990 con la ayuda de la ONU, seguramente la única vez que sirvió para algo. El actual presidente es Sam Nujoma, fundador en los 60s de la SWAPO, el grupo guerrillero. Y el tipo fue hace poco reelecto con más del 70% de los votos! Realmente, todo un símbolo.
Campo de meteoritos
Al ser desierto, las piedras florecen. O mejor dicho, no son tapadas por las plantas. Es así que en esta región se han encontrado una enorme cantidad de meteoritos, al punto que en su capital hay una fuente de agua adornada con 33 piedras del espacio. En Namibia también se encuentra el meteorito más grande del mundo:54 tn, y por supuesto, ahí estuvimos. Al estar formado en un 82% de hierro y 16% níquel, es divertido ver como una brújula enloquece cerca del mismo. Salvo eso, no deja de ser una gran piedra negra.
Etosha
Ahora sí, animales por doquier. Salvo leones, que estaban por ahí pero no los vimos, lo que quieran. Las jirafas, alucinantes. Parecen sacadas de una película de Spilberg, con sus cuellos sobresaliendo en el horizonte por encima de la copa de los árboles como legendarios brontosaurios. Y su forma de moverse, seguro que nuestro amigo director se basó en ella para inventar el movimiento de sus dinosaurios. Las cebras, juguetonas a más no poder, no les importa nada más en la vida que estarse mordisqueando las orejas y molestándose unas a otras. Venados, a más no poder. El que se lleva el premio mayor entre los mismos es el Springbok, el cual, haciéndole honor a su nombre, tiene una peculiar forma de correr, mechando cada varios pasos un salto de hasta tres metros de altura; realmente parece que tuvieran un resorte. Y el broche de oro para nuestra expedición: el rinoceronte. Es muy difícil ver uno, pues están casi extinguidos. No se a que imbécil se le ocurrió decir que su cuerno tenía propiedades afrodisíacas, y zas, los japoneses, traumados por su tamaño (y no me refiero a la altura) se dedicaron a que vender uno de sus cuernos en el mercado negro, sea algo muy lucrativo, lástima que para eso el pobre bicho tenga que pagarlo con su vida. Hay dos tipos: blanco y negro, pero no sus nombres no se refieren al color de sus pieles, sino a un juego de palabras en alemán respecto al ancho de su hocico, mal traducido al inglés. También tiene mal carácter, al punto que los elefantes prefieren irse cuando él se acerca. Nosotros pudimos contemplar esa escena en uno de los pozos de agua al lado del campamento electrificado donde pasamos la noche.
Desierto
Debido a las corrientes frías, que no permiten que se evapore el agua, y además de que a eso de los 25 grados de latitud el viento casi siempre sopla del este y por ende el aire cargado con humedad tiene que atravesar el continente, donde al subir las montañas deja la lluvia en sus laderas, las costas oeste de los continentes a esas latitudes son desiertos, como el de Atacama, el de California, el Sahara, el de Australia, o en este caso, el Namib. Ver una inmensa planicie donde no existe la más mínima planta, es realmente impresionante; pero peor aún es cuando llegamos a la costa, con ese azul Atlántico de un lado, y médanos de arena hasta el infinito del otro. Una característica del desierto, es el espacio. Ninguna planta que te entorpezca la visión. Inclusive las montañas tienen ese que se yo de la piedra a la vista. Y que colores, piedras de todos los colores, una montaña roja, al lado de un camino amarillo que la separa de otra negra. Todo eso salpicado con trozos de mármol blanco.
Swakopmund
Si el desierto al costado del mar impresiona, encontrase de golpe, en medio de las dunas, con una ciudad con casas estilo alemán, llena de árboles, parece una alucinación. Sus calles llevan el nombre de grandes personajes de finales del siglo pasado Alemán, siendo Bismark utilizado para todo: hospital, escuela, plaza, calle, etc.
Ahí vimos el atardecer sobre el Atlántico, como lo había visto el primero de enero en el cabo Polonio, solo que exactamente al otro lado del océano. Al día siguiente Romà y yo nos bañamos en las heladas aguas que vienen directamente desde la Antártida. Martin, alemán, más acostumbrado al frío, sabiendo por ende lo que hacía, decidió quedarse afuera para poder sacarnos fotos mientras nos moríamos congelados.
Dunas
Pero el agua tampoco estaba taaan fría, con lo cual no pudimos saciar nuestra sed de adrenalina. Así que dejamos a Martin comprando libros en alemán, y nos fuimos a correr dunas en unas motos para dunas, que de motos no tienen nada, pues son de 4 ruedas, con tracción 4x4, que se parecen más bien a grandes buggy. Los médanos son tan grandes y empinados, que cuando vas bajando no ves el final, y sentís lo mismo que cuando caés en la montaña rusa, solo que acá estás vos solo en la moto, y no sabés si te vas a dar vuelta y ponértela de sombrero. Si se lo piensa bien, es imposible, pues la duna nunca va a estar tan vertical, ya que la arena cae libremente hasta darle una suave pendiente; aún así se te sube el estomago a la garganta.
Walvis bay
A 30 km al sur del pueblecito típicamente alemán está una ciudad que siempre fue inglesa, y nunca sucumbió al poderío alemán. Cuando los ingleses ocuparon la región rápidamente la integraron con el resto. Pero cuando la independencia de Namibia estaba en puerta, los sudafricanos volvieron a separarla administrativamente del resto. Así, en 1990, la independencia fue de todo el país salvo esta ciudad, la cual por presiones económicas fue entregada definitivamente en 1994. Es el mayor puerto de la zona, de ahí su importancia económica. Estéticamente, horrible. Viniendo desde Swakopmund no te dan ganas ni de bajar del auto. Interesante de ver es la fábrica de sal al sur de la ciudad: enormes lagunas que las dejan secar, para rellenarlas una y otra vez hasta que la capa de sal resultante es suficientemente gruesa para ser levantada con tractores.
Canteras a cielo abierto
Y para colmo, el lugar está lleno de minerales preciosos a flor de piel. Pasamos al lado de la cantera a cielo abierto más grande de uranio, pero justo no era el día de visitas. Me gustaría saber cual es la radiación ambiente por ahí. Más al sur, existe un gigantesco predio de más de 20 mil km (si se piensa que el país tiene 824 mil km, no es poca cosa) donde está prohibido entrar: es que se encuentra minado de diamantes, y claro, no es cuestión que los turistas se lleven uno de recuerdo.
Fish river canyon
Ya les había dicho que toda la región era una gran planicie a casi mil metros de altura, pero uno no se da casi cuenta. Cuando se viene de la costa, se asciende tan suavemente que si no fuera porque Martin tenía un reloj con medidor de altura (les recuerdo que es alemán) no nos hubiéramos dado cuenta que en pocos minutos (les recuerdo que íbamos a 140 km/h) nos metíamos de lleno en la meseta. Pero el agua sí se dio cuenta, y al cabo de millones de empecinados años, fue puliendo la piedra a su paso para poder bajar lo más rápido posible hacia el mar. Creó un cañón, el segundo más grande del mundo, al estilo del que se ve en cuanta película del oeste filmaron los yanquis. El descenso fueron 500 metros casi en vertical, de una pared formada de pedruscos, que con cada paso sentías que ibas a crear una avalancha. Para poder bajar, se exige un certificado médico de estar en condiciones, el cual, por supuesto, no teníamos. Sin embargo logramos contactar al secretario nacional de parques naturales, el cual con algunas llamadas solucionó nuestro problema. Así fue que la encargada del parque, empecinada en no dejarnos bajar por ningún motivo, cuando le nombramos a nuestro contacto, nos dejó pasar con un "aahh, ustedes son esos". Solo por eso nos dejó bajar a menos de una hora del atardecer, para hacer un camino en el cual se demora una hora y media. Nosotros lo hicimos en 55 minutos. Es que para colmo de males, yo me había olvidado de llevar linterna, y si bien en la oscuridad uno baja más rápido, después no vive para contarlo. Y en el fondo del cañón, oscurece más deprisa!
(Otra linda alternativa de llamar aquella garganta namibiense. Evolución:
Fish River - River Fish - River Fisher - Río Fisher - Rio Pescador -Río Pescado - Rio Pez - River Pez - River Fish - Fish River
Colaboración: Martin Nolte)
Sudáfrica
Ahí estuvimos solo de pasada. Aún así, teníamos la intriga de cómo sería ese país, con su historia reciente tan peculiar. No perdimos oportunidad de charlar cada vez que pudimos sobre el tema.
Los primeros pobladores blancos fueron holandeses. Cuando llegaron los ingleses, los Boers, descendientes de los holandeses, se metieron en el medio del continente para no ser dominados, con lo cual tuvieron que pelearse con las tribus negras, para sacarles sus tierras y esclavizarlos para trabajarlas. Así crearon algunos estados independientes en lo que hoy es el norte de Sudáfrica. A los ingleses no les molestaron hasta que se descubrió oro en esos territorios, y decidieron hacerse cargo personalmente de la cosa, invadiendo los estados Boers. La guerra fue dura, los Boers eran campesinos testarudos. Estos racistas recibieron el apoyo moral de toda Europa, como luchadores por la libertad contra el imperio Inglés. Al poco tiempo de ganar, y para evitarse problemas, Inglaterra aceptó que Sudáfrica tuviera un gobierno local autónomo, electo solo por blancos, los cuales eran en su mayoría Boers. Así fue que desde principio de siglo, estos muchachos fueron imponiendo sus leyes bajo la permisiva mirada de Inglaterra, supuestamente opuesta a la esclavitud. Todo lo demás son cuentos conocidos.
Final
En total fueron más de 7.800 kilómetros en 21 días (372 km promedio por día) y 20 noches, 10 en cama, y 10 en carpa, en 16 lugares diferentes, ya que 2 veces dormimos 2 noches seguidas en la misma cama, y 2 veces también dejamos la carpa en el mismo lugar 2 noches seguidas. 15 rollos de fotos Martin, 7 Romà y 3 yo. Algo menos de 1900 dólares en total: 720 pasaje, 180 auto, 220 excursión al delta, 90 bungee, 100 de compras personales, y unos 650 de gastos generales entre comida, estadía y gasolina, lo que hace un promedio de 31 dólares por día.
Agradecimiento especial: a Martin por sus aportes geográficos, a Romá por su correción ortográfica (parece mentira que un catalano parlante le corrija la ortografía a un español parlante: tomen nota los que dicen que en catalunya la gente no aprende castellano)